APOSTOLADO DE LA ORACIÓN
EL APOSTOLADO DE LA ORACIÓN
Extracto de: La Guía para
Celadores y Celatrices del Sagrado Corazón.
1900. Québec.
I.— SU OBJETO.
Desde San Pablo, la escena ha crecido. Ya no se
trata de convertir el Imperio Romano y algunos otros países vecinos, a lo sumo
cien millones de hombres; se trata de salvar a todos los infieles abiertos
al Evangelio por la espada o por la ciencia, por lo menos mil millones de
hombres; ya no se trata de preservar la fe de uno o dos millones de
católicos, perseguidos por los procónsules romanos; se trata de mantener
en la verdad a doscientos cincuenta millones de católicos amenazados por la
indiferencia o el ateísmo. El Apostolado de la Oración llega pues en su
tiempo. Propone a los cristianos del siglo XIX la misma meta que San Pablo
indicó a los primeros cristianos. La salvación de todos los hombres, la
propagación de la fe en el mundo cristiano, en una palabra, el advenimiento
completo del Reino de Dios por la intercesión del Corazón de Jesús, tal es el
fin del Apostolado.
2. — SUS MEDIOS
¿Y qué medios utiliza esta obra para lograr su
fin? A lo mismo que enumeró el gran apóstol. San Pablo exhorta a los
fieles a ofrecer a Dios, por la salvación del mundo, súplicas constantes,
asumiendo todas las formas posibles de oración. El Apostolado, tomando
prestadas las ideas y casi el lenguaje del Apóstol de los gentiles, recomienda
a los Asociados que ofrezcan a Dios, en unión con el Corazón divino, por la
salvación del mundo, todas sus oraciones, todas sus acciones, todos sus
sufrimientos; los exhorta al mismo tiempo a recurrir a la reina, a la
patrona, al modelo de los apóstoles, la Santísima Virgen MARIA, y también a
hacer, con el mismo fin, frecuentes comuniones reparadoras.
San Pablo, para excitar el fervor de los fieles, les
muestra a Jesucristo muriendo en la cruz por la redención del mundo. El
Apostolado revela a sus miembros el Sagrado Corazón del que brotó la sangre
divina, el rescate de nuestras almas: quiere que unamos nuestras oraciones a
sus divinas intercesiones. Así, con diecinueve siglos de diferencia, el
Apostolado repite la ley del Maestro y el comentario del discípulo; es
solo el eco de la doctrina de JESUCRISTO y del gran apóstol.
3.- NUESTROS DEBERES PARA CON EL
APOSTOLADO.
Si queremos dar a esta obra eminentemente apostólica
la difusión que se merece, tenemos un triple deber que cumplir con ella:
estimarla, estima que debe encontrarse en la base de toda devoción
seria; practicarlo, condición esencial para hacerlo bien
entendido; difundirlo, obra que sólo hace bien en la medida de su
difusión.
4.- EXCELENCIA DEL APOSTOLADO.
Estimémosle por su excelencia.
a) Es excelente en su propósito apostólico; lo
acabamos de ver.
b) Es excelente en su gran medio de acción: la oración. ¡La
oración, ese vínculo misterioso que une la tierra al cielo! ¡La oración,
ese imán poderoso que atrae hacia nosotros el Corazón de Dios y lo hace
favorable para nosotros, a pesar de nuestras miserias y nuestras
enfermedades! Aunque seamos perseguidores de la Iglesia como Saulo, en
cuanto oramos, Dios viene a nosotros para perdonarnos o nos envía otro Ananías
para llenarnos de su Espíritu. “Dijo el Señor a Ananías: Levántate, y ve a
la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno que se llama
Saulo de Tarso, porque está orando” (Hechos IX, 12). ¡La oración, esta
palanca todopoderosa puesta a nuestra disposición para levantar el mundo
aplastado bajo el peso del pecado y llevarlo al cielo! c) Es excelente en
las devociones que nos hace practicar la devoción al Sagrado Corazón tan
dulce y tan consoladora, y que, como nos asegura León XIII, "hoy podemos
llamar un carácter distintivo de la Iglesia, el arca de su salvación, la prenda
de su futuro triunfo, el fundamento de todos nuestros esperanzas de un futuro
mejor. »
León XIII y el Sagrado Corazón de
Jesús.
— La devoción a María ya su Corazón Inmaculado,
ese depósito habitual y ese cauce necesario de todas las gracias que brotan del
Corazón de JESÚS, como de su manantial. Es a través del Corazón de María
que nuestros Asociados ofrecen cada día al Corazón de JESÚS sus oraciones, sus
obras y sus sufrimientos, para “conseguir la ayuda de tan poderosa Madre en el
piadoso apostolado de la salvación de las almas”. (Estat., III). — La
devoción al adorable Sacramento que agrupa a todos nuestros Asociados
en torno al santo Sagrario, que los atrae en compactas multitudes a la Santa
Mesa para "apaciguar el Sagrado Corazón de Jesús, irritado por los pecados
de los hombres, y hacerlo favorable a nuestras oraciones.»
5.— BENEFICIOS ESPIRITUALES DEL
APOSTOLADO.
Estimémoslo por las ventajas espirituales que nos
procura: nos da un nuevo derecho a la amistad del Corazón de Jesús, ya que su
objeto es establecer, entre este Corazón divino y nosotros, esta comunicación
de intereses y sentimientos que constituye la verdadera amistad; enriquece
todas nuestras obras con un mérito especial, porque las anima con las más
excelsas intenciones que el cristiano puede proponer, la caridad en su más
perfecto ejercicio; comunica a todas nuestras acciones ya nuestros
sufrimientos una eficacia enteramente apostólica por su unión con las
intenciones del Corazón de JESÚS; nos da la dulce esperanza de que
obtendremos tanto más eficazmente las gracias que necesitamos para nosotros
cuanto más generosamente pongamos los intereses de Dios por encima de los
nuestros; aumenta nuestro coraje y nuestro ardor al dedicarnos en
pensamiento a los inmensos intereses que se ponen en nuestras manos; nos
pone en comunicación de oraciones y méritos con más de veinte millones de
Asociados, agrupados en torno a más de sesenta mil Centros locales en todos los
países del mundo, y con todas las grandes Órdenes religiosas y Congregaciones
religiosas, que oran, trabajan y sufren en unión con nosotros en todos los
puntos del globo; pone a nuestra disposición más de 180 indulgencias plenarias
cada año y, cada día, un número muy grande de indulgencias parciales; finalmente,
nos da el derecho de ver cumplidas las promesas de Nuestro Señor Jesucristo en
favor nuestro a favor de los que honran y se esfuerzan por hacer honrar su
divino Corazón.

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