EL CORAZÓN COMPASIVO DE MARÍA


CAPÍTULO V.

¿Qué gracias especiales debemos pedir? ¡Pídele al Corazón compasivo de María en estos días de prueba!

Debemos pedir la destrucción de las causas que producen el mal que deploramos. Estas causas son, ¡ay! muy numerosos; pero pueden resumirse en uno solo, principio y fuente de todos los demás: me refiero al desprecio práctico que este siglo profesa a la suprema autoridad de Dios. Ya no queremos tener otro amo que nosotros mismos; uno quiere obedecer sólo a sus propios caprichos: de ahí esa insubordinación de la mente y del corazón, que rechaza los principios de la fe y la moral cristianas; de ahí esa obstinada rebelión contra los representantes de la autoridad divina y humana.


Mana de ahí esa anarquía de ideas y pasiones, que, si Dios no pone pronto su mano en ella, pronto acumulará a nuestro alrededor las ruinas más lamentables. Esta es la verdadera causa del mal. Para destruirlo, debemos pedir a Dios las siguientes gracias, y pedirlas con fervor a través del Corazón compasivo de María:


1. - Entiendan bien los padres y las madres de familia que tendrán que dar cuenta muy formidable a Dios si, en vez de educar a sus hijos en el amor y temor del Señor, les enseñan a despreciarlo.


2. - Que los Maestros y todos los responsables de la educación comprenden también la inmensa responsabilidad que pesa sobre ellos si, en lugar de ser los guías de la juventud, se convierten en sus corruptores.


3. - Quiera Dios suscitar, para suplir las inmensas necesidades de este siglo, algunos hombres apostólicos extremadamente poderosos en obras y en palabras  que toman en sus manos la santa causa de Dios, que defienden sus sagrados derechos ante las poblaciones entumecidas, con un celo y una energía dignos de Vicente Ferrer, Francisco de Paula y Francisco Javier. Dichoso mil veces el que con sus oraciones, sus mortificaciones, sus sacrificios, obtenga de Dios uno de esos obreros de élite que, por sí mismos, hacen más por el bien de la Iglesia y de las naciones, que cien otros al mismo tiempo! El alma generosa a quien Dios inspirará el pensamiento de dedicar a este propósito, no sólo todas sus buenas obras y sus penitencia, si agrada a Dios aceptarlo, la ofrenda gratuita de su vida, no debe retraerse de esta inspiración. En tiempos de grandes calamidades, es costumbre que Dios comunique a algunas almas escogidas ciertas inspiraciones que pueden ser todo extraordinario, pero no extravagante . ¡Qué maravilla que Dios use medios ordinarios para remediar males extraordinarios?


4. - Quiera Dios, no sólo suscitar algunos hombres apostólicos, pero también insuflar un gran espíritu de celo en todos los miembros del clero . Si los centinelas de Israel se duermen, es el fin del pueblo de Dios;


5. - Quiera Dios detener el torrente de libros malos y de revistas malas, que se propague tal espíritu de vértigo y discordia en las filas de los enemigos de la religión , que sea imposible que se entiendan entre ellos y se reconcilien. dañar a ninguno de nosotros.


Sin duda hay otras peticiones que todos pueden hacer con el mismo fin que acabamos de indicar, no hay ninguno que no ataque el mal presente en una de sus principales. Dirijamos todos juntos estas súplicas a María, pero dirigámoslas con confianza, con fervor, con una perseverancia invencible. Grandes favores, como los que deseamos, bien valen la pena pedirlos muchas veces para obtenerlos. Pidamos hoy, pidamos mañana, pidamos siempre, y estemos seguros que el Corazón compasivo de María nos responderá.



 

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