DEVOCIÓN AL CORAZÓN EUCARÍSTICO DE JESÚS
DEVOCIÓN AL PURÍSIMO CORAZÓN DE JESÚS
SACRAMENTADO
EJERCICIO PIADOSO PARA TODOS LOS
VIERNES DEL AÑO, PARTICULARMENTE PARA EL PRIMERO DE CADA VEZ EN HONRA DEL
SANTÍSIMO NOMBRE
Reimpresa en la Oficina de D. Pedro
de la Rosa.
Año de 1796
NOTA
Las palabras
siguientes son de la V. M. Margarita María de Alacoque, según refiere el Ilmo.
Sr. Languet, en la “Historia del Santísimo Corazón”: Ofreciome Jesús, que todos los
que reverenciaren con especial culto la Imagen de su Sagrado Corazón, serían
colmados de celestiales dones, y que en todas partes donde se expusiese esta
Sagrada Imagen, para ser allí singularmente venerada, las llenaría de todo
género de bendiciones.
Yo os adoro y venero, Oh dulcísimo Corazón de
Jesús Sacramentado, fino amante de las almas, pero despreciado de los hombres
ingratos: toda la corte celestial te alabe y magnifique vuestra grandeza y
bondad por los siglos de los siglos. Amén.
A LA CRUZ
¡Oh Corazón
divinísimo de Jesús Sacramentado, oprimido con la pesada cruz de mis pecados, y
crucificado con el más tierno amor en la cruz de mis ingratitudes! Encended mi
corazón en el deseo de amaros, y de crucificarme con vos, dándome la voluntad
de recompensaros agradecido con mi veneración y obsequios, los agravios hechos
contra vos en ese Soberano Sacramento.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria
¡Oh mi amado
Jesús! ¡Cuán cargado estáis con el peso y gravedad de mis culpas! Si fatigó en
lo exterior vuestros delicados hombros esa pesada cruz, crucifico con más vivo
dolor lo interior de vuestro Corazón la de mis ingratitudes. Yo crucifiqué con
mis pecados a vuestro Sagrado Corazón, la de mis irreverencias y desacatos son
la más sensible carga que le oprime, crucificándole el amor y el dolor, el amor
con que me amáis con tanta ternura, y el dolor con que sentís mi mala
correspondencia, la detesto por ser vos quien sois, y propongo no seros más
ingrato, y mostrarme en adelante más reconocido.
A LA CORONA DE ESPINAS
¡Oh Corazón
dolorosísimo de Jesús Sacramentado! Tan apretado y herido os veo con esa Corona
de Espinas, que siendo sus más crueles puntas mis ingratitudes, os penetraron
hasta lo interior. Encended mi corazón en el deseo de amaros, penetradle con el
más vivo sentimiento de haberos así lastimado mi insensibilidad y vil
correspondencia a tanto amor, y dadme la voluntad de recompensaros, agradecido
con mi veneración y obsequios, los agravios hechos contra vos en ese Soberano
Sacramento.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
¡Oh adorabilísimo
Jesús, coronado de ignominias y de dolor con la corona de espinas, siendo las
más agudas los agravios y desprecios hechos contra vos en este adorable
sacramento! Gracias os doy cuanto puedo, por el amor infinito con que tomasteis
la corona de dolor e ignominias, para coronarme con la de la Gloria. No
produzca más la tierra de mi corazón, espinas de pecados y desprecios, que son
las que más lastimaron vuestro Sagrado Corazón con mi ingratitud, la detesto, amable
Salvador mío, por ser vos quien sois, y propongo no seros ingrato y mostrarme
en adelante más reconocido.
A LA LLAGA
¡Oh Corazón
amorosísimo de Jesús Sacramentado, herido con el hierro despiadado de la Lanza,
cuya llaga profundizó más mi ingratitud y poco respeto a ese adorable
Sacramento! Encended mi corazón en el deseo de amaros, y heridle con el más
vivo dolor y sentimiento de mi ingrata correspondencia que abrió esta sagrada
Llaga, dándome la voluntad de recompensaros agradecido con mi veneración y
obsequio los agravios hechos contra vos en ese Soberano Sacramento.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
¡Oh
dolorosísimo Jesús, lastimado con la herida de esa Lanza que llevo el impulso
de todos mis pecados! Y más herido con la lanza de vuestro infinito amor, que
me abrió franca puerta para entrar en vuestro Divino Corazón. Acogedme Señor,
en ese refugio de vuestros escogidos, y abrazadme en esa fragua de vuestro
amor, pues herido y traspasado de dolor y sentimiento por haber sido la causa
de esa herida mi ingratitud, la detesto por ser vos quien sois, y propongo no
seros más ingrato, mostrarme en adelante más reconocido.
COLOQUIO
¡Oh dulcísimo
Jesús! Os creo y adoro realmente presente en ese Soberano Sacramento, en donde
está vuestro Divino Corazón, abismo de amor y de misericordia, crucificado por
mis pecados, coronado de espinas por mis irreverencias, y llagado por la
tibieza de mi fé, por mi poco respeto y por mi mucha ingratitud, lleno de
confusión a vista de vuestras finezas y de mi vil desconocimiento, os adoro con
entrañable afecto en este Sacramento de amor, en que sois tan olvidado,
injuriado y ultrajado, aun de aquellos mismos que os debían amar con más ardor,
¡y que viéndome yo en el número de estos ingratos, no lo sienta, y aun muera de
dolor y confusión! ¡Ay mi Dios! Dadme a sentir el dolor mismo que en vos
causaron mis pecados, y aceptad, amable Salvador mío, este rendido obsequio que
ofrece el más ingrato de los hombres a vuestro Sagrado Corazón, a fin de
reparar de algún modo, los agravios hechos contra vos en este adorable
Sacramento, en cuya presencia propongo estar en adelante con más reverencia,
con más viva fé, con más respeto y devoción. Amén.
-Un Credo por
los agonizantes.
¡Oh Corazón
amante
De mi Jesús
querido!
Que no cese
te pido
De amarte ni
un instante.
De mi vida lo
errante
Hizo al mío
al ser traidor,
Dame, pues un
dolor
Ahora, y en
el momento
Que dé el último
aliento,
Lleno de fino
amor.
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