NOVENA A LA LLAGA DEL CORAZÓN DE JESÚS


NOVENA EN HONOR Y DESAGRAVIO DE LA SANTÍSIMA LLAGA DEL CORAZÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

 

Lyon, Francia

Librería de Girard y Josseban

Año de 1860

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Padre amorosísimo, te ofrezco esta Llaga y esta sangre del Corazón de tu Hijo Unigénito y el inmenso amor con que os ama. Te la ofrezco para expiar todos mis pecados y los del mundo entero, pero particularmente para expiar mi cobardía, mi tibieza, mi negligencia y mi orgullo. Te suplico, Señor, toma esta herida para introducirme en ella y haz que me llene de esa perfecta caridad, que es el amor mismo y con el alma llena de esta santa caridad, te amaré con todo mi corazón, te alabaré y te bendeciré en todo y sobre todo sólo pensaré en Ti, sólo te desearé, sólo a Ti buscaré y sólo a Ti me apegaré, sólo a Ti desearé agradar, sólo por Ti me gastaré y consumiré todas las fuerzas de mi alma y de mi cuerpo, usaré cada día y cada momento de mi vida para alabarte y obedecerte, por tu amor y gloria. Amén.

 

DÍA PRIMERO

ORACIÓN

¡Oh, dulcísimo Jesús! Por la herida de tu Corazón, perdóname, te lo ruego, por todas las ofensas que te he hecho, actuando sin una intención suficientemente pura o según mis perversas voluntades. Te ofrezco mi corazón para que lo unas a tu Corazón, entonces sólo te buscaré y te veré solo a Ti en todo, no tendré otra voluntad que la Tuya. Amén.

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh Sagrado Corazón de mi amable Salvador, qué sensible te ha hecho tu amor a nuestras miserias! ¡Oh Dios mío, qué bondad es que te pongas en estado de víctima por nosotros en la adorable Eucaristía! Y, sin embargo, ¿qué ves en el corazón de la mayoría de los hombres, si no es rebelión contra tus deseos e ingratitud por tus beneficios? ¿No te basta, oh Jesús, haberte abandonado una vez a una cruel agonía en el Huerto de los Olivos, donde llevaste el peso de nuestros pecados? ¿No es suficiente haber redimido nuestras almas al precio de tu sangre y de tu muerte? ¿Era necesario que tus hijos ingratos e infieles se atrevieran cada día a renovar los tormentos que soportaste en el curso de tu pasión y a desgarrar tu divino Corazón con nuevas heridas? ¿Cómo hay corazones lo suficientemente duros como para no ser tocados por los ultrajes que se os hacen? Permite, oh Redentor mío, que postrado y destrozado ante ti te haga hoy, honrosa reparación por todos los insultos con que los hombres siguen colmándote y por todas las amarguras con que llenan tu Corazón. Quisiera regar y purificar con mis lágrimas todos los lugares donde te ofenden, y, a través de mis sentimientos del más ardiente amor, reparar los abusos y desprecios que se hacen de vuestras gracias, así como los escándalos, las profanaciones, los sacrilegios que se cometen entre vuestros hijos. Sobre todo, quisiera poder tener todos los corazones a mi disposición para ofrecértelos en sacrificio y consolarte con este homenaje por culpable insensibilidad de aquellos que no quisieron conocerte, o que, habiéndote conocido, no te aman. Inmólame, consúmeme como tu víctima; hazme comenzar a amarte sólo a Ti, para que nunca retire mi corazón después de haberme consagrado, hazme encontrar en tu Corazón mi asilo en todo tiempo, mi paz en la hora de la muerte y mi bienaventuranza en la eternidad. Amén.

 

DÍA SEGUNDO

ORACIÓN

¡Oh, Jesús tiernísimo! Seas alabado eternamente por la Santa Herida de tu Corazón. Es en esta herida donde, sin reservas y con confianza, pongo mi corazón y mi alma, mis fuerzas, mis intenciones y mis afectos: te ruego, a través de esta sangre y de esta agua que has derramado, que estés solo para poseerme y dirigirme: Consúmeme con el fuego más ardiente de tu amor, absórbeme en Ti, úneme a Ti. Amén.

 

DÍA TERCERO

ORACIÓN

¡Oh, buen Jesús! Te ruego a través de la herida de tu Sagrado Corazón, guardes mi corazón, para que ningún pensamiento, ningún afecto, ninguna mala resolución sea jamás admitida en él, a sabiendas y que nada me agrade lo que a ti te desagrada, Jesús mío. Te ruego por tu dolorosa muerte, que nunca me dejes consentir ni detenerme en nada por el estilo. Guardia Tú mismo mi voluntad, para que muera siempre unida a la tuya. ¡Oh, buen Jesús! No me dejes sucumbir a la tentación. Amén.

 

DÍA CUARTO

ORACIÓN

Oh, amantísimo Señor mío Jesucristo, esposo de mi alma, te suplico por tu Corazón que una lanza traspasó y que el amor hirió, que traspases, hieras y llenes mi corazón, inflámalo con el fuego de tu amor; enciende en él un fuego de amor tan grande, que te amo con todo mi corazón, que te desee sólo a Ti, que te busque y te considero en todo y sobre todo. Amén.

 

DÍA QUINTO

ORACIÓN

Oh, Señor Jesucristo, te adoro, te bendigo, te doy gracias por esta herida de amor que traspasó tu Corazón y que hizo correr por nosotros sangre y agua. Te suplico, hieras mi corazón con la lanza de tu amor, para que no conozca ni desee nada más que a Ti, Dios mío, Señor mío, que fuiste crucificado por mí, que nada me agrade, que nada me interesa sino solo Tú, oh, Jesús, mi alegría y mi vida. Amén.

 

DÍA SEXTO

ORACIÓN

Oh, Jesús, cuyo Corazón fue abierto por una lanza, concede que mi Corazón y mi alma habiten en tu Corazón. Dulcísimo Señor mío Jesucristo, Salvador del mundo, líbrame y sálvame. Por tu Santa Cruz, por tu Pasión y tu muerte, por tus santísimas Llagas, por tu preciosa Sangre, te ruego, líbrame y sálvame. Tú que redimiste al mundo y salvaste al Apóstol que caminaba sobre las aguas del mar, ten piedad de mí, Señor Jesucristo. Que mi cuerpo y mi corazón sean puros para que no quede confundido; “crea en mí un corazón puro y renueva el espíritu de justicia en mis entrañas”. Amén.

 

 

DÍA SÉPTIMO

ORACIÓN

¡Bendita sea la santa llaga de tu Corazón, oh, dulcísimo Jesús mío! Recibe, Señor Jesús, mi corazón y todas las potencias de mi alma; despégadlo de los afectos terrenales; que pierdo hasta el recuerdo de las cosas de aquí abajo; arroja mi alma a la adorable herida de tu Costado, al océano de tu amor, a la fuente de la verdadera Vida; une mi corazón para siempre, a tu tierno Corazón, de modo que me sea imposible desear y querer lo que no se ajuste a tu voluntad, que en todas las cosas yo pueda hacer completa abnegación de mi voluntad. Señor, Dios y Creador míos, que pueda aferrarme a Ti por la fe, la esperanza y el amor. Amén.

 

DÍA OCTAVO

ORACIÓN

Dulcísimo Jesús mío, a través de todas tus llagas, tus cicatrices y tus dolores; por tu muerte muy amarga, por este desgarro de tu Corazón, por la separación de tu santísima alma de tu cuerpo, por la apertura de tu Costado, por la herida de tu Corazón, por el agua y la sangre que se escaparon, por la consumación victoriosa de vuestra obediencia, por vuestro triunfo sobre la muerte, os ruego, hazme morir al mundo, a sus concupiscencias, a sus vicios, a todos sus afectos desordenados, que viva para Ti, que te ame sólo a Ti, que me apegue sólo a Ti; y que merezca parecerme a Ti y estar perpetuamente unido sólo a Ti. Amén.

 

DÍA NOVENO

ORACIÓN

Oh, amabilísimo Jesús, por la llaga de vuestro Corazón, concededme una sola gota de esa sangre preciosísima que de él fluye, como prenda de eterno perdón de mis pecados. En esta llaga profunda, escondedme y guardadme allí como prisionero de amor; allí purificadme, disolvedme, cambiadme en un amante de vuestro Corazón llagado. Convertidme en otro Corazón de Jesús, para que así no piense, ni diga ni haga nada, sino lo que es de vuestro mayor agrado. Así sea.

 

GOZOS

Escuela de perfección,

de corazones modelo.

Oh divino Corazón

dad a los nuestros, consuelo.

Al mundo manifestado

en trono de vivas llamas,

bien muestras cuánto nos amas

en caridad abrasado:

tan ardiente exhalación

ha de inflamar nuestro hielo

 

De la lanza la abertura

nos muestra franca la puerta,

que, para todos abierta,

nuestro refugio asegura:

no ha y más dulce habitación

ni en la tierra ni en el cielo.

Con la corona ceñido

de espinas, nos significas,

qué pues amante te explicas,

te lastima nuestro olvido:

nuestra vil desatención

causa en ti tal desconsuelo.

 

Puesto en la cruz te has mostrado

amoroso y condolido,

pues apenas concebido

fué tu amor crucificado:

de acabar la redención

te angustiaba y al desvelo.

 

Mostrándote trasparente,

como espejo cristalino,

descubre él amor divino

su más interior patente:

de tu fina dilección

se ve el misterio sin velo.

 

Pides agradecimiento

á tu amor, y en recompensa

de la ingrata y vil ofensa

ese reconocimiento:

de ti la meditación,

ha de ser nuestro desvelo.

 

Centro de nuestra afición,

dulce imán de nuestro anhelo

¡Oh divino Corazón!

dad a los nuestros, consuelo.

 

 

ORACIÓN

Oh, Dios, que, en el Corazón de tu Hijo, herido por nuestros pecados, has depositado infinitos tesoros de caridad, te pedimos que, al rendirle el homenaje de nuestro amor, le ofrezcamos una cumplida reparación. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


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