EL CORAZÓN AGONIZANTE DE JESÚS
CAPÍTULO III. Cómo el pensamiento de los moribundos que expiran cada día fue una de las principales causas del continuo sufrimiento del Sagrado Corazón de Jesús. Entre las causas del largo martirio sufrido por el Corazón de nuestro Maestro, creemos poder señalar el pensamiento, siempre presente y profundamente sentido, de esa infinidad de almas que, cada día, llegan cargadas de crímenes a las puertas de la eternidad. ¿Cómo es posible que el más amoroso, el más compasivo de todos los corazones haya sido insensible a un espectáculo tan desgarrador? David, herido en el corazón al enterarse de la muerte de un hijo ingrato y rebelde, exclama en el exceso de su aflicción: ¡Absalón, hijo mío! ¡Absalón, hijo mío! quien me va a darmorir por ti? Quis mihi tribuat ut ego moriar pro te? San Pablo, de perseguidor a apóstol, experimenta en cierto modo los dolores del parto , hasta que ha engendrado a Jesucristo las almas confiadas